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Antigona revisitada

 




En esta relectura veo en esta tragedia dual, la dual tragedia venezolana. Antigona es a la que todos miramos. Antigona pensamos es la justa, la que lleva razón, la que los dioses ayudan. Es así como los vientos, y fenómenos que anuncia la llegada de Antigona a ver el cadáver del hermano que los guardias han desenterrado. Los dioses dan ese soplo, azuzan, insuflan justificaciones a la razón y al conflicto.


Antigona no mide consecuencias, tozuda, sin importar razones. Antigona está resentida, la marca del incesto, la llenan de deseos de hacer lo correcto, es cuando se desboca. Se hace mártir, llevándose consigo a Hemon en su desgracia, lo razonable, la política, no le importa sino con toda razón rechazar la imposición sobre el espacio intimo. Antigona es la tragedia de la ausencia de la política. Creonte y Antigona dos fuerzas contrarias que se aniquilan. Una por seguir el bien en exceso, el otro por seguir el mal en exceso. Esclavos los dos de la falta de razón. Y es allí que Hemón, Ismene son sus daños colaterales.


Algo que debemos tener en cuenta que las acciones de Antigona y Creonte son consecuencias de hechos pasados que tienen gran influencia en la inflexibilidad de las posiciones. De una guerra fratricida, por parte de los herederos al trono de Edipo, quienes se dan muerte mutuamente. Ambos hermanos de Antigona son hijos del matrimonio de Edipo de Yocasta, dándose entonces la particularidad que son además hermanos e hijos de Edipo. Ambos malditos por Edipo, acuerdan gobernar alternativamente Tebas. La guerra inicia cuando Etéocles se niega a cumplir el pacto político. Alternar el poder con Polinices. Creonte toma el poder, y se le niega la sepultura a Polinices. Antigona se rebela, pues considera injusto que se le niegue algo establecido que no entra dentro de la autoridad de la polis, es un derecho privado ser sepultado por tus familiares. Por ello hay un enfrentamiento entre poder y Antigona, una invasión de la autoridad sobre el ámbito privado. Una imposición sobre lo íntimo.


Antigona de Sofocles es siempre un material recurrente para el estudio de la filosofía política. Dos figuras importantes. Creonte es el héroe trágico, pero Antigona que le da nombre a la tragedia también tiene importancia como heroína trágica . Nos representa a todos. Antigona tiene la justicia divina, la costumbre, lo pertinente, tiene los dioses de su lado, todos la entendemos, pero la acción que toma Antigona es la confrontación, es la de tomar la justicia por su mano y en nombre de la justicia divina transgrede la ley del hombre, y se enfrenta a aquel que gobierna imponiendo autoridad.


Antigona se enfrenta desnuda al poder, desecha argumentar, desecha negociar, y con ella arrastra al hijo de Creote, Hemón, quien trata de argumentar, negociar con el padre, sabias son sus palabras como sordo el padre que solo ve la juventud de quien intenta hacerlo entrar en razón.

Creonte no deja salida a la defensa que hace Hemón, aceptar el argumento sería una muestra de debilidad del tirano. Y es allí que impotente Hemón sigue a Antigona en su castigo. Es allí que Antigona se enfrenta a su actos irreflexivos. A su enfrentamiento inútil, a su acción estéril.


La confrontación crea dilemas al poder. La política trata de buscar las vías de entendimiento para evitar sacrificios, mártires y acciones vanas, y alcanzar un espació donde se toma en cuenta el bien común. Para el que gobierna, el que detenta el poder la confrontación de fuerzas comprometen el PODER, la AUTORIDAD. Antigona cegada en el dolor, marcada por el trágico destino de una estirpe maldita, desesperada busca al cumplir con las leyes divinas, la expiación y termina sucumbiendo a la desgracia.


Antigona, una de las grandes obras de arte, nos habla de los problemas humanos. Una obra que nos refiere al deterioro de la democracia y el avance de la imposición de autoridad, que nos muestra la desgracia de Creonte y Antigona por la ausencia de un espacio de entendimiento. Las emociones pueden arrasarnos .. es el sentido de la tragedia griega ... mostrar ese estado donde al caer en la ausencia de política y dar la espalda a a polis lleva a Creonte a la desgracia. Antigona aunque favorecida por los dioses, por el bien, lo justo, al transgredir las leyes de los hombres, ser mujer, y llevar el estigma de ser parte de la familia de Edipo presenta otro lado de la tragedia. Una obra en dos vías con dos héroes trágicos antagónico uno del otro, son dos historias de un viaje del que cada uno es protagonista o villano. En la escena entre Creonte y su hijo Hemon, veamos un espacio para la negociación destruido por Creonte, por aquello tan cercano al poder, y que hunde a los hombres, la vanidad, el ego. Las dos primeras argumentaciones son una obra de arte político, y Creonte va degradando el debate, hasta la incomunicación total.


CORO. (A Creonte.) Pero he aquí a Hemón, el más joven de tus vástagos: ¿viene acaso dolorido por la suerte de Antígona, su prometida, muy condolido al ver frustrada su boda?

CREONTE. Al punto lo sabremos, con más seguridad que los adivinos.

(A Hemón.) Hijo mío, ¿vienes aquí porque has oído mi última decisión sobre la doncella que a punto estabas de esposar y quieres mostrar tu furia contra tu padre?, ¿o bien porque, haga yo lo que haga, soy tu amigo?

HEMON Padre, soy tuyo, y tú derechamente me encaminas con tus benévolos consejos que siempre he de seguir; ninguna boda puede ser para mi tan estimable que la prefiera a tu buen gobierno.

CREONTE. Y así, hijo mío, has de guardar esto en el pecho: en todo estar tras la opinión paterna; por eso es que los hombres piden engendrar hijos y tenerlos sumisos en su hogar: porque devuelvan al enemigo el mal que les causó y honren, igual que a su padre, a su amigo; el que, en cambio, siembra hijos inútiles, ¿qué otra cosa podrías decir de él, salvo que se engendró dolores, motivo además de gran escarnio para sus enemigos? No, hijo, no dejes que se te vaya el conocimiento tras el placer, a causa de una mujer; sabe que compartir el lecho con una mala mujer, tenerla en casa, esto son abrazos que hielan... Porque, ¿qué puede herir más que un mal hijo? No, despréciala como si se tratara de algo odioso, déjala; que se vaya al Hades a encontrar otro novio. Y pues que yo la hallé, sola a ella, de entre toda la ciudad, desobedeciendo, no voy a permitir que mis órdenes parezcan falsas a los ciudadanos; no, he de matarla. Y ella, que le vaya con himnos al Zeus que protege a los de la misma sangre. Porque si alimento el desorden entre los de mi sangre, esto constituye una pauta para los extraños. Se sabe quién se porta bien con su familia según se muestre justo a la ciudad. Yo confiadamente creo que el hombre que en su casa gobierna sin tacha quiere también verse bien gobernado, él, que es capaz en la inclemencia del combate de mantenerse en su sitio, modélico y noble compañero de los de su fila; en cambio, el que, soberbio, a las leyes hace violencia, o piensa en imponerse a los que manda, éste nunca puede ser que reciba mis elogios Aquel que la ciudad ha instituido como jefe, a éste hay que oírle, diga cosas baladíes, ejemplares o todo lo contrario. No hay desgracia mayor que la anarquía: ella destruye las ciudades, conmociona y revuelve las familias; en el combate, rompe las lanzas y promueve las derrotas. En el lado de los vencedores, es la disciplina lo que salva a muchos. Así pues, hemos de dar nuestro brazo a lo establecido con vistas al orden, y, en todo caso, nunca dejar que una mujer nos venza; preferible es — si ha de llegar el caso— caer ante un hombre: que no puedan enrostrarnos ser más débiles que mujeres.

CORO. Si la edad no nos sorbió el entendimiento, nosotros entendemos que hablas con prudencia lo que dices.

HEMÓN Padre, el más sublime don que de todas cuantas riquezas existen dan los dioses al hombre es la prudencia. Yo no podría ni sabría explicar por qué tus razones no son del todo rectas; sin embargo, podría una interpretación en otro sentido ser correcta. Tú no has podido constatar lo que por Tebas se dice; lo que se hace o se reprocha. Tu rostro impone respeto al hombre de la calle; sobre todo si ha de dirigírsete con palabras que no te daría gusto escuchar. A mí, en cambio, me es posible oírlas, en la sombra, y son: que la ciudad se lamenta por la suerte de esta joven que muere de mala muerte, como la más innoble de todas las mujeres, por obras que ha cumplido bien gloriosas. Ella, que no ha querido que su propio hermano, sangrante muerto, desapareciera sin sepultura ni que lo deshicieran ni perros ni aves voraces, ¿no se ha hecho así acreedora de dorados honores? Esta es la oscura petición que en silencio va propagándose. Padre, para mi no hay bien más preciado que tu felicidad y buena ventura: ¿qué puede ser mejor ornato que la fama creciente de su padre, para un hijo, y que, para un padre, con respecto a sus hijos? No te habitúes, pues, a pensar de una manera única, absoluta, que lo que tú dices —mas no otra cosa—, esto es lo cierto. Los que creen que ellos son los únicos que piensan o que tienen un modo de hablar o un espíritu como nadie, éstos aparecen vacíos de vanidad, al ser descubiertos. Para un hombre, al menos si es prudente, no es nada vergonzoso ni aprender mucho ni no mostrarse en exceso intransigente; mira, en invierno, a la orilla de los torrentes acrecentados por la lluvia invernal, cuántos árboles ceden, para salvar su ramaje; en cambio, el que se opone sin ceder, éste acaba descuajado. Y así, el que, seguro de sí mismo, la escota de su nave tensa, sin darle juego, hace el resto de su travesía con la bancada al revés, hacia abajo. Por tanto, no me extremes tu rigor y admite el cambio. Porque, si cuadra a mi juventud emitir un juicio, digo que en mucho estimo a un hombre que ha nacido lleno de ciencia innata, mas, con todo —como a la balanza no le agrada caer

CORO. Lo que ha dicho a propósito, señor, conviene que lo aprendas. (A Hemón) Y tú igual de él; por ambas partes bien se ha hablado.

(Hasta aquí hubo respeto, política. Creonte hace un ataque. Hemon se mantiene en su discurso )

CREONTE Si, encima, los de mi edad vamos a tener que aprender a pensar según el natural de jóvenes de la edad de éste.

HEMÓN No, en lo que no sea justo. Pero, si es cierto que soy joven, también lo es que conviene más en las obras fijarse que en la edad.

CREONTE. Valiente obra, honrar a los transgresores del orden!.

HEMÓN En todo caso, nunca dije que se debiera honrar a los malvados.

CREONTE. ¿Ah no? ¿Acaso no es de maldad que está ella enferma?

HEMÓN. No es eso lo que dicen sus compatriotas tebanos.

CREONTE. Pero, ¿es que me van a decir los ciudadanos lo que he de mandar?

HEMÓN. ¿No ves que hablas como un joven inexperto?

CREONTE. ¿He de gobernar esta tierra según otros o según mi parecer?

HEMÓN. No puede, una ciudad, ser solamente de un hombre.

CREONTE. La ciudad, pues, ¿no ha de ser de quien la manda?

HEMÓN A ti, lo que te iría bien es gobernar, tú solo, una tierra desierta.

CREONTE. (Al coro.) Está claro: se pone del lado de la mujer.

HEMÓN. Si, si tú eres mujer, pues por ti miro.

CREONTE. ¡Ay, miserable, y que oses procesar a tu padre!

HEMÓN. Porque no puedo dar por justos tus errores.

CREONTE. ¿Es, pues, un error que obre de acuerdo con mi mando?

HEMÓN. Sí, porque lo injurias, pisoteando el honor debido a los dioses.

CREONTE ¡Infame, y detrás de una mujer!


Antigona solo logra su desgracia, y con ella lleva a la desgracia Hemón. Creonte al no ceder pierde autoridad y como tirano termina por perder el poder, y pierde su familia. Al querer imponer una obediencia incondicional sin importar las consecuencias que afecten a la polis terminan cayendo en una acción caprichosa, de la cual se arrepiente tardíamente y ya cuando su desgracia se ha consumado. Antigona actúa precipitadamente y al verse atrapada en una guerra perdida y acaba suicidándose. Ambos actúa con precipitación dominados por la emoción y el miedo a perder: uno el poder, y Antigona el desprecio de la polis y los dioses. Algunos pueden ver con razón en Antigona una heroína que desafía el poder, la autoridad, la obediencia incondicional que impone un tirano, pero nos advierte que el camino es el de la política, pues Antigona con la confrontación termina cayendo en desgracia. Aunque también Creonte al usar el poder en su beneficio, creyendo afirmarse con intolerancia, cae en la destrucción de su propia familia y eventualmente el poder. 


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