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¿El Actor? Parte III



Una gran parte de los planes de estudios  propuestos están basados en formar al ejecu­tante y no a la construcción del instrumento. La construcción del instrumento en estos planes de estudios en gran medida está basada en el cuerpo y en muy pequeña medida en lo no corporal. Vemos el esquema siguiente:






El esquema relaciona con el actor varios términos de uso común, clasificados según su relación con el actor - ejecutante o actor - instrumento.  Si planteamos una formación basada en el desarrollo del ejecutante tendremos un actor capaz de  un buen trabajo de mesa sobre un personaje, podrá analizar la obra, podrá determinar su clasificación dentro del cualquier marco referencial histórico, de estilo, así como también podrá realizar un estudio sociológico, psicológico, filosófico de la obra; pero al momento de llevar a cabo la ejecución confrontará problemas con el instrumento. No podrá  poner en  práctica su  análisis puesto que el instrumento no está adecuadamente construido o no existe instrumento de trabajo. Es posible ser más preciso, se ha preparado el ejecutante y el instrumento corporalmente está preparado: un trabajo de voz excelente, tiene una preparación en mímica, relajación excelente; y aun así su ejecución es pobre, superficial, una ligera silueta que no expresa todo el conocimiento que tiene sobre su personaje y la obra. La parte no corporal falla pues no ha sido preparado el instrumento en ese sentido y el ejecutante no logra manejar esa parte del instrumento.

Por supuesto se alegará que existe el talento, la inspiración. Cierto, pero será un producto del azar. Hemos llegado al punto donde se generaron las inquietudes de Stanislavski. Es aquí que de­bemos  revisar un poco lo conocido sobre la teoría de la formación actoral. De esta revisión se desprenderá nuestra posición con respecto a la línea teórica y metodológica.

El arte de la representación hasta principios de siglo tenía una característica negativa que hoy en día ha sido parcialmente subsanada: es un arte efímero. Con el advenimiento del cine inicialmente y después  el de la televisión se hizo posible palpar el talento histriónico de actores ya muertos. No discutiremos el buen o mal uso que han tenidos los medios  nos interesa más la ca­pacidad que hoy en día tiene un ejecutante de observar el trabajo de actores del pasado, establecer parámetros de comparación, imitación y superación. No obstante aún con estos medios actuales una parte del arte de la representación muere con el ejecu­tante. Podemos observar, vivir su arte pero no lo podemos reproducir. "... nada puede fijar y transmitir a la posteridad la marcha interior de los senti­mientos, los caminos conscientes hacia la puerta de lo in­consciente. Es este el reino de la tradición viviente. Es la antorcha que puede ser transmitida de mano en mano, y no desde el escenario, sino por vía de la enseñanza, mediante la re­velación de misterios por una parte, y por otra, mediante una serie de indica­cio­nes y una labor tesonera e inspirada para la captación de esos misterios." [1]

La televisión y el cine son medios tecnológicos. Su viabilidad como medios tanto de expresión artística como docente ha estado ligada al desarrollo tecnológico. Uno de estos aportes tecnológicos que bien utilizado es clave para la formación del ejecutante actoral lo constituye la dupleta conformada por los medios de reproducción y grabación digital. La masificación ha disminuido los costo y ha hecho asequible y de fá­cil manejo estos aparatos para las escuelas de formación por lo que ha permitido que podamos grabar nuestro trabajo y compartir experiencias con otros grupos de forma­ción. Ahora bien todas estas posibilidades no existían en siglos pasados por lo cual podemos de­cir que el arte de la representación tiene principios básicos muy recientes y que hay todavía mucha confusión sobre cual es el conocimiento que compete íntegramente al arte del actor que debe ser enseñado al novato para prepararlo para su trabajo e impulsarlo en su desarrollo como artista.

Stanislavski fue el iniciador del estudio del proceso del actor para llevar a cabo su trabajo, se basó en la observación de actores de su época y de sí mismo. Captó que existían momentos donde había un trabajo actoral que trascendía la ejecución mecánica preparada por los ensa­yos; que el actor trabajaba con unos recursos especia­les, desconocidos y fortuitos; y que estos mo­mentos no ocurrían to­dos los días de representación, por lo que no siempre había una creación. Al ver estos momento corría a conversar con los actores para preguntarles como lo habían logrado. Ninguno sabia darle una respuesta clara, en realidad siempre se le atribuía a la inspira­ción. Stanislavski estaba consciente de que eso que llamaban inspira­ción en el caso del arte dramático no podía esperarse que llegara para realizar el trabajo. "La diferencia entre el arte del actor y las demás formas de arte, consiste aun en que cualquier otro artista puede crear cuando se halla bajo la inspiración; pero el artista del tablado tiene que regir el mismo su inspiración, y provocarla para los momentos en que el espectáculo está anunciado en la cartelera de teatro" [2]

Si había un ¿Cómo?, también había un ¿Por qué?, Stanislavski abrió el camino al intentar dar una respuesta a: ¿Por qué?; y en base a esto  determinar:  ¿Cómo alcanzar ese nivel de realización?, nivel que una vez se le atribuyó a la inspiración. Creó el cimiento para un desarrollo del arte del actor.

Stanislavski no pudo avanzar más en sus investigaciones por limitaciones de las ciencias siquiatricas y psicológicas de su tiempo. Aun hoy en día permanece en un misterio aspectos relativos al inconsciente y a la esencia de la creación. Pero dejó un principio que hoy se mantiene sobre este proceso de creación: debe ser un proceso desde el consciente al inconsciente, debe estimu­larse entonces a través de recursos que sólo cada  actor indivi­dualmente maneja, inherentes a su vivencia personal(experiencia). "Es necesario desprenderse del prejuicio que consiste en que es posible enseñar a la gente 'a actuar' ciertos sentimientos. Puede decirse defini­tiva­mente que a nadie puede enseñársele a actuar." [3] Los sonidos de un violín no se enseñan. Por tanto sólo cada actor podrá determinar como ejecutar su instrumento, sacar las notas, afinarlas. Pero no puede acceder a desarrollar su ejecución si no conoce el instru­mento que posee.

Al determinar el principio se debe determinar técnicas para aplicarlo. Un conjunto de técnicas generan un método. ¿Al referirse al actor, un método para qué? Un método para que descubra, aprenda a conocer su instrumento, construya el instrumento, además a el ejecutante se le inducirá a desarrollar un método para ejecutar el instrumento. Stanis­lavski desarrolló en un proceso continuo hasta su muerte diversas técnicas para lograr desarrollar grandes instrumentos y ejecutantes virtuosos. Sus técnicas estaban plantea­das en base al hombre de su tiempo, de su entorno; el cual tenía una visión propia de su tiempo y del conocimiento resumido hasta ese entonces.


Antes de continuar la revisión del la teoría sobre la actuación va­mos a establecer ciertas consideraciones sobre el siguiente punto:

"No se puede hacer frente de una manera adecuada a los problemas que plantea la preparación de un actor, a menos que poseamos algún sentido de los valores y patrones establecidos - de la clase de actor y de actuaciones que debemos crear" [4]

Con esto se plantea un dilema, puesto que queremos formar un actor para que sea capaz de crear escénicamente un ser vivo. La creación escénica de un ser vivo plantea múltiples posibilidades de forma, estilo y esencia. Esto engloba al actor - ejecutante, el medio donde va a desarrollar su trabajo, la tenden­cia y la estética. Además, no se puede totalmente excluir al actor -  instrumento puesto que la separación planteada no existe como tal; porque al descubrir, conocer y construir el instrumento hay una ejecución del instrumento.

Si en base al análisis que hicimos anteriormente sobre las posibi­lidades de acceso a la formación, llegamos a la conclusión  que la preparación actoral debe ser independiente de la forma, estilo y esencia de la creación escénica de un ser vivo; y si lo planteado por Stras­berg lo reconocemos como cierto llegamos a un punto donde  entra­mos en contradicción. La contradicción se origina puesto que nos referimos a diferentes estadios del proceso, Strasberg apunta hacia el actor como producto final; nuestra propuesta para el actor no es viable si es vista como consecución de un producto final; pero esa no es la meta. Nuestra idea está enmarcada en el desarro­llo de una formación básica, la cual permita al iniciado adquirir los conocimientos y la praxis de manera tal que pueda continuar su desarrollo educativo inserto en el medio de trabajo  contando con las herramientas básicas para cumplir eficientemente su cometido. Quedando como una labor personal la continuación de su educación a través de un trabajo ya no "académico" sino de investigación práctica. Con esto podremos obtener un actor novel capaz de realizar un desempeño eficaz en cualquier medio que lo requiera.

Dado que al desarrollar el instrumento implica una ejecución, es necesario establecer una base estilística de ejecución para la labor pedagógica al iniciado; por lo cual para la forma, estilo y esencia de la creación escénica de un ser vivo tomamos la imitación del ser humano. Al igual que un estudiante de pintura que comienza su trabajo de formación en la  ejecución con la imitación de su entorno sin ningún tipo de fin intelectual  o artístico, sino con un fin eminentemente práctico para el aprendizaje del uso de los materiales de dibujo, desarrollo de la capacidad de observación, destreza, etc; el actor entrará en un proceso similar. La preparación del actor - instrumento al ser más independiente de la creación escénica  ampliará todavía más esta visión. Puesto que cuando nos referimos a una base estilística para la labor pedagógica  nos referimos al trabajo con una obra, sobre una escena donde evaluaremos el grado de dominio sobre el instru­mento en la ejecución. Así también podemos decir que ya en el proceso de formación cada uno va dando muestras de hacia donde se dirigen sus gustos en la ejecución. Debe ser un proceso abierto enfocado al aprendizaje sin limitar o coartar el desarrollo personal del estudiante hacia  una forma, estilo  o propuesta sobre la creación escénica de un ser vivo; o su posición con respecto al medio donde desempeñar su talento.

Corresponderá entonces al ejecutante, luego de una formación básica, continuar su desarrollo formativo en la dirección que considere  mejor. El teatro, la televisión y el cine son medios di­ferentes que utilizan un mismo recurso: el ejecutante actoral. La forma en que el actor realice su trabajo va a variar según el medio. Cada uno de estos tiene para el ejecutante actoral una serie de limitaciones a las cuales debe adap­tarse. Podemos decir que el teatro  le ofrece mayores posibilidades para alcanzar el desarrollo de  una propuesta estética. Tanto la televi­sión como el cine tienen la característica de ser maquinarias poderosas de difícil acceso a la producción y donde la independencia está rela­cionada con factores económicos y de prestigio, lo cual dificulta una posición estética radical. Pero si se observa cuidadosamente, en el cine o la televisión hay diversas tendencias en la ejecución actoral. Son menos vistosas que en el teatro; más sencillas, no por eso más fá­ciles de llevar a cabo. Teniendo claras cuales son las limitaciones de estos medios es posible y se puede decir que es necesario establecer una propuesta personal. Es muy común ver actores de gru­pos teatrales que prueban suerte en la televisión o el cine con ta­paojos que les impiden realizar un buen trabajo. Un ejemplo de esto fue Sarah Bernhard, su arte quedo plasmado en una película que me­jor sería olvidar. No basta con ser un gran actor de teatro para trabajar en la televisión o en el cine (o viceversa); hay que conocer las limitaciones y posibilidades de cada medio para desarrollar una propuesta estética.

Nos hemos referido a una propuesta estética, en este caso una pro­puesta estética actoral; pero también se tiene la propuesta estética inherente al medio (teatro, cine, televisión). En el teatro se establecen posiciones con respecto a su esencia, creándose la tendencia. Por lo cual hay una posición con respecto a la creación escénica de un ser vivo. Idealmente el ejecutante actoral formado deberá ser capaz  de adaptarse a cualquier tenden­cia donde su trabajo sea requerido; pero la realidad es que de una manera o de otra el ejecutante tendrá una posición personal sobre la cual basará su decisión. Las condiciones actuales del país hacen cada vez  más difícil mantener una compañía teatral con un grupo cerrado de creadores  encauzados dentro de una tendencia; aunque en honor a la verdad si nos basamos en las informaciones de otras par­tes del mundo la diferencia no es muy marcada; por lo tanto cada vez es más difícil que el actor tenga una vía de creación que involucre la totalidad de su vida. La rea­lidad lo enfrenta a un sinnúmero de tendencias a las cuales debe adaptarse. Nuestro punto de reflexión a esto es que en cierta medida esto no es inherente propiamente al arte del actor , eso es sólo el color, la forma del entorno donde el actor desarrolla su creación. Dentro de su búsqueda personal el actor deberá encontrar el entorno que favorezca a su arte.



Stanislavski, Konstantin. UN RESUMEN Y EL FUTURO. Tomado de : Antología de la dirección teatral. ITI-UNESCO.Boletin n°14. Caracas, 1990. Pág: 53.
ibidem
STANISLAVSKI, Constantin. EL ARTE ESCENICO. 12va e. SIGLO XXI. España, 1988. Pág 101.
Este fragmente pertenece a Lee Strasberg. Tomado de: HETHMON, Robert. EL METODO DEL ACTOR'S STUDIO. 4ta e. FUNDAMENTOS. España, 1981. Pág 38.

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